La mayoría de los felinos destacan por su capacidad para trepar y explorar todo tipo de rincones. Por ello, en el caso doméstico, los gatos son tan ágiles y flexibles que prácticamente pueden acceder a cualquier lugar sin encontrar ninguna limitación física.
Estos felinos son de naturaleza curiosa, de forma que tienden a inspeccionar cualquier recoveco de su entorno. Estas necesidades instintivas se satisfacen gracias a su morfología esbelta dotada de numerosas facultades sensoriales.
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Ágiles y flexibles por su anatomía
La columna tiene 50 vértebras que contribuye a la movilidad y perfecta coordinación del cuerpo felino. Es una gran diferencia con los humanos, los gatos tienen un ángulo de rotación de 90º a 180º según la elasticidad de sus discos de amortiguación. Las patas son determinantes para el desplazamiento, antes de saltar o girar, estas reciben el impacto.
Además, perciben el peligro y se extienden sus garras para atacar o trepar. Súmele a eso, que son digitígrados, por lo que solo usan sus dedos para moverse silenciosamente. La clavícula “flotante” está unida a sus hombros y patas delanteras, mientras que los omóplatos están distribuidos para no interferir en ningún movimiento de nuestros felinos.
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Facultades sensoriales
Por su anatomía, los gatos son tan ágiles y flexibles porque coordinan sus movimientos con la percepción de gran cantidad de estímulos. Uno de los ejemplos más evidentes son sus patas. Además de su característica estructura anatómica, las extremidades de estos mamíferos contribuyen a la regulación de la temperatura corporal y a la detección de las vibraciones del suelo. Esta segunda capacidad facilita, por tanto, el estado de alerta del animal.
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«Reflejo de enderezamiento»
De acuerdo con expertos en animales, el reflejo de enderezamiento de un gato es observable a las tres o cuatro semanas y se desarrolla completamente a las ocho semanas. Cuando un gato cae desde una posición elevada, puede realinear el cuerpo a mediados de otoño y aterrizar de forma segura sobre sus pies.
Su oído interno actúa como una brújula para el equilibrio y la orientación, por lo que siempre sabrán cuando estén boca arriba. La estructura esquelética única y su columna vertebral flexible, así como su ausencia de una clavícula funcional, permiten que un gato responda con una velocidad increíble al caer, por lo que es capaz de reorientarse para aterrizar con seguridad. La baja relación entre el volumen corporal y el peso les permite reducir la velocidad al caer. Crean resistencia al viento al extenderse un poco a la manera de una ardilla voladora.
¡Esta acción permite que el gato se convierta en su propio paracaídas! Esto no hace, sin embargo, que el gato sea invencible. Un estudio muestra que aproximadamente el 90% de los gatos que han caído de edificios altos han sobrevivido, aunque la mayoría sufrieron lesiones graves. Mientras que un tercio requirió tratamiento para salvar vidas.
Finalmente, en lo referente a la percepción de su cuerpo con respecto a la superficie, resulta fundamental el papel de su desarrollado oído interno. Así, entre otras funciones, esta estructura actúa en el denominado ‘reflejo de corrección’, que corrige la postura del animal ante caídas a gran distancia del suelo.
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