Hoy hablaremos sobre, ¿Cómo proteger a nuestro gato del calor?. El sudor es un indicativo evidente de que tenemos calor, permite regular la temperatura y enfriar nuestro cuerpo. Los gatos, a diferencia de nosotros, no sudan; por tanto, no tenemos una referencia que nos permita saber si el animal tiene calor y su cuerpo no regula su temperatura corporal para tratar de enfriarse. Por esta razón, para evitar que se deshidrate y sufra un golpe de calor que tenga consecuencias nefastas para su salud es sumamente importante que lo mantengamos protegido del calor.
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¿Qué podemos hacer para mantenerlo fresco e hidratado?
Agua fresca a su disposición
El primer consejo es, como no, darle agua fresca. Tenemos que asegurarnos de que su recipiente tiene agua fresca, que no fría, siempre.
Alejarlo del sol
La segunda recomendación también es una obviedad: mantenerle alejado del sol durante las horas centrales del día, que es cuando más calor hace. Es recomendable que se pueda tumbar en espacios frescos y que esté a la sombra para que su temperatura corporal no se eleve demasiado.
Si solemos jugar con nuestro amigo, debemos tratar de evitar hacerlo cuando el calor más aprieta. Es preferible que con las altas temperaturas el gato esté relajado y tumbado dentro de casa, con las ventanas cerradas y el aire acondicionado puesto para refrescar el ambiente. Por eso, durante el día, si podemos impedir que salga a la calle, mejor.
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Refrescar la estancia
¿Qué no tenemos aire acondicionado en casa? Echaremos manos de los ventiladores para conseguir que la estancia donde descansa nuestro gato esté lo más fresca posible. En este caso, para aumentar la sensación de frescor podemos bajar las persianas y echar las cortinas.
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Cortarle un poco el pelo
Si nuestro gato tiene el pelaje largo, un consejo será cortárselo un poco, no demasiado porque, como a los perros, el pelo les protege de las radiaciones del sol. Se trata solo de refrescarlo un poco y aliviarle el calor que le puede dar el exceso de pelo.
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Paños húmedos
Igualmente, es aconsejable aplicar compresas, paños o toallitas ligeramente mojadas sobre la piel del animal. Aunque a los gatos no les gusta el agua, seguro que no le dirán que no a una toalla húmeda, sobre todo los días de más calor. Ayudándonos de un suave masaje, le pasaremos el paño húmedo por todo el cuerpo, sobre todo por la barriga, la espalda y el cuello.
Con estas sencillas recomendaciones protegeremos a nuestro gato del calor. Pero ¿cómo saber si el animal está sufriendo un golpe de valor? Si lo notamos nervioso, si está demasiado caliente, respira aceleradamente, incluso jadea, tiembla o vomita, posiblemente esté padeciendo uno. Es vital que nos pongamos en contacto con el veterinario inmediatamente. Este nos aconsejará qué hacer.
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